28 de agosto de 2009

Revelación

Una de las cosas que me anduvo preocupando estos últimos tiempos (no mucho, es verdad: tampoco es que dejé de dormir por ello) es encontrarle explicación al odio visceral que cierta gente profesa por Néstor, Cristina, D'Elia, etc. Porque va más allá evidentemente de la disparidad de opinión política, del menosprecio, incluso. Yo recuerdo que en la época de Menem había gente que pensaba(mos) que el turco era un ladrón, vendepatria, corrupto hijo de puta: opinión que, como los buenos vinos, ha ido madurando y tomando cuerpo con el correr del tiempo y el análisis retrospectivo de todos y cada uno de sus actos como presidente. Ahora bien: en su época, y esto lo resalto, esos decían (no puedo afirmar categóricamente si "decíamos", pero dejemos cierta sombra de duda): "si, el turco, que ladri, eh?" y había como un guiño cómplice, un no se qué de personaje ladri pero entrador, una tácita admisión de "y bueh, en éste ispa, que querés". Debo establecer que el cancheraje como actitud siempre me resultó repulsivo: jamás pude tragarme a nadie que fuera por la vida enarbolando sonrisitas sobradoras. En fin, me estoy dispersando: decía que en estos días que corren, luego de pasar por tres o cuatro hervores de sangre causados por la escucha de alguna Magdalena Ruiz Guiñazú, un Leuco, un Buzzi, un (resucitado montonero colombiano) DeNarváez, pude empezar a vislumbrar esa ofuscación asesina que parecen sentir por todo lo que provenga del lado K. Hoy escuchaba el audio de Fernando Bravo preguntándose, despectivo, "y a D'Elía quien lo escucha? ni el primo lo debe escuchar", lo escuchaba en el programa de D'Elía por Cooperativa. Después escuchaba una entrevista con una diputada opositora (una que no ubico, no importa) donde los entrevistadores le tuvieron que sacar con sacacorchos un apenas murmurado "msmmm bueh que se haya debatido la ley en esas reuniones que el gobierno llama foros no estuvo del todo mal", no le entraban balas a la tipa. Les debe pasar lo mismo que me pasa a mi, que cualquier cosa que le escucho decir a esta gente soy incapaz de procesarla, me parece una sarta de imbecilidades sin pies ni cabeza, me asalta un surrealismo que me parece estar viviendo en una dimensión paralela y sólo puedo pensar en romperle la cabeza a golpes con mis propios nudillos callos y desparramar la pasta que salga de su arreglada cabeza por el piso.
Mi antiopositorismo se me está conviertiendo, debo admitir, en una cuestión realmente patológica. Soy incapaz de permanecer impasible frente a esos comentarios y visiones; la sola mención de Fernando Iglesias o Lilita Carrió o Biolcatti o encender Radio Continental en cualquier momento del día y que haya un señor hablando del precio de la soja o una publicidad de maices Illinois o directamente de Dow Chemical Corp y de glifosato BASF me provoca un irresistible impulso de encontrar un interlocutor y enzarzarme en una discusión a los gritos y que de ser posible termine a las trompadas; el hecho de rodearme de gente por lo menos afín y si no, desinteresada en discutir conmigo, me mantiene a salvo de semejantes estallidos.
El camarada Olave (o sería Contisa?) decía hoy, refiriéndose a quienes vaticinan temerosos la chavización de la prensa argentina, que soy redondamente unos imbéciles o unos mentirosos; que bastaría sintonizar la mayoría de los canales de televisión en Venezuela para encontrarse con alguien que arranca el día preguntándose si hoy no habrá alguien que asesine al presidente para sacárnoslo de encima; Cristina hablaba en su discurso en Bariloche sobre la uniformidad de criterios que habría que aplicar sobre el tema de las bases militares yanquis en Colombia. Imaginemos los gritos de terror que estaríamos escuchando y leyendo en todos lados si fuera Irán que pone unas bases en Venezuela; y ... etcétera. (Suficiente venteo por hoy y además me propuse firmemente darle la razón a Podeti y no dar más nada por terminado. Lo digo en serio)

6 comentarios:

  1. ¿Y? ¿Nadie va a decir nada al respecto?

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  2. No, está bien: cuando uno ve a alguien puteando solo en la calle, lo habitual es no decir nada.

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  3. A lo sumo te dicen loco, pero por lo bajo, ni te enterás.

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  4. ¿Estás tapado de laburo? No tengo plata, no tengo plata.

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  5. Te felicito por tu honestidad, confieso que a mí a veces me pasa lo mismo pero nunca me atreví a expresarlo con tanta frontalidadl. Leyendo tu post hice una catarsis por interpósita persona. Gracias.

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  6. "Les debe pasar lo mismo que me pasa a mi, que cualquier cosa que le escucho decir a esta gente soy incapaz de procesarla, me parece una sarta de imbecilidades sin pies ni cabeza, me asalta un surrealismo que me parece estar viviendo en una dimensión paralela y sólo puedo pensar en romperle la cabeza a golpes con mis propios nudillos callos y desparramar la pasta que salga de su arreglada cabeza por el piso.
    Mi antiopositorismo se me está conviertiendo, debo admitir, en una cuestión realmente patológica".

    Por un instante, tuve la sensación de que lo estaba relatando yo.

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