13 de marzo de 2009

División

Remeras: 1 x 15$ 2 x 25$

El mundo se divide entre los que ven que ahorran 5$ con la compra de dos remeras y los que vemos que nos están cagando 2,50$ cuando compramos una.

12 de marzo de 2009

Marzo, caos en la ciudad

Nada, pasaba a sacar las telarañas y barrer un poco el polvo. Porque, ¿saben que el polvo que se barre en las casas está compuesto mayoritariamente de piel vieja, no? Lo cual me hace acordar de esto otro, ¿sabían que en una almohada en el término de su vida útil, digamos, tres o cuatro años, casi la mitad del peso corresponde a ácaros vivos, ácaros muertos y excremento de ácaros? Excremento producido, por otro lado, al digerir los restos de piel y sabrosos aceites comestibles que los ácaros desinteresadamente nos quitan de encima cada noche. Hablando de quitar de encima, ¿sóis conciente de que, como personas adultas, andáis de aquí para allá envueltos en un forro de casi dos kilos y medios de tejido muerto: vuestra piel? Estos y otros datos tanto o más interesantes, resultan de leer la Breve Historia de Casi Todo, de Bill Bryson, libro que recomiendo fervientemente que no lean so pena de dejarme sin tema de conversación excluyente de aquí a la eternidad.
En fin, como para ir cerrando, voy a recurrir nueva y desvergonzadamente al recurso de copiar y pegar algo de mi "producción" (si se la puede llamar así) añeja.
Continuemos envejeciendo, de cuerpo que no de espíritu. Ah, y si tienen que hacer algo, apúrense que el 2009 ya casi termina y viste como es, la vida se nos va.



Hacete amigo del caos

Están quienes no soportan la falta de control: fervientes cultores del libre albedrío o del determinismo absoluto, budistas, consultores de horóscopos o racionalistas intransigentes. Partidarios de una u otra antagónica forma de adjudicarle una causalidad al mundo, o por lo menos a sus propias vidas. Entre ellos discuten encarnizadamente acerca de si el futuro está escrito en letras doradas y nosotros somos meros actores, o si nuestro bien más preciado como seres humanos es la libertad para poder moldear nuestro destino a cada instante, con cada decisión tomada. Se escriben libros, apoyando una u otra postura, se arman ingeniosas metáforas sobre marionetas, mundos tras espejos, cadenas causales falsamente desbaratadas o torpemente invertidas, destinos inmutables pese a todos los esfuerzos, profecías autocumplidas.
Y estamos quienes creemos en cierto componente azaroso, cierta intrínseca impredictibilidad de la vida que hace que valga la pena vivirla. Alguien se levanta un día, dispuesto a encarar su rutina diaria, a continuar su vida, o creyendo incluso que "ese" iba a ser un día especial: sale a la calle y lo pisa un colectivo. Otro quizás pasó por esa misma esquina cinco segundos antes, deseando con toda su alma el advenimiento del meteorito que acabe de una puta vez con éste mundo de mierda, y allá va, incólume rumbo a su futuro incierto. El facilista diría que "todo está escrito" pero yo me pregunto: ¿de qué sirve que todo esté escrito, si no sólo no podemos leer el libro de antemano si no que ni siquiera sabemos dónde queda la biblioteca? Me suena a explicación aristotélica, que parece que aclara pero no aporta nada nuevo. Tampoco digo que uno no tiene libertad de acción: por el contrario, las propias decisiones son algunos de los infinitos factores que se suman para provocar este caos incomprensible que llamamos "vida".
Somos cáscaras de nuez flotando en un mar encrespado, remando furiosamente algunos, haciendo la plancha otros. No está escrito hacia donde vamos ni cuando nos vamos a hundir, y nuestras paladas en el agua turbia nos pueden desviar un poco para aquí, un poco para allá. Pero mirando en perspectiva, a vuelo de pájaro sobre la mar plagada de boyantes, es todo más o menos lo mismo. Una cáscara de nuez no se distingue de otra, y al final todas se terminan hundiendo.
Lejos de ser una visión deprimente, es estimulante. Contra la tragedia final de la muerte que nos espera, no se puede hacer nada, pero tampoco resignarse: seguimos remando, seguimos arrojando mensajes en botellas, seguimos flotando cerca de alguna que otra cáscara de nuez, a veces vemos un naufragio, a veces algunas derivan lejos y se pierden en la niebla del horizonte. Pero tenemos garantizado la verdadera sorpresa, la que surge del imprevisto, un imprevisto esperado y esperable.
¡Hola! ¡Ah del barco! Hasta aquí me trajo el azar: quién sabe donde me llevará. Todo salpicado, la vela llena de costuras, la quilla rajada y haciendo agua pero todavía a flote, remando como siempre, la sonrisa clavada en la cara.